Esta semana hemos visto como aparecían noticias donde parece que la semana laboral de cuatro días que se ha negociado implantar en algunas grandes empresas como Telefónica no acaba de cuajar. Pero quizás no esté la batalla perdida y la semana de laboral de cuatro días acabará por imponerse, aunque no como muchos creen.
En un país donde el horario laboral es muy extenso y donde las empresas y empleados que disfrutan una jornada continua son minoría, lo cierto es que el salto hacia la jornada laboral de cuatro días es demasiado grande. Más todavía si se reducen los salarios. Es aquí donde muchos empleados se niegan a adoptar este tipo de jornada.
Más flexibilidad laboral
Porque si pensamos en la jornada laboral de 4 días como una fórmula para dar más flexibilidad laboral hay otras alternativas que no implican necesariamente tocar salarios. Hablamos de jornada continua, horarios de entrada y salidas flexibles, banco de horas para utilizar de forma flexible por empresa y trabajador o la posibilidad de hacer un día de la semana de teletrabajo.
Esto facilita conciliación, ayuda a mejorar la productividad, porque muchos de los problemas que tienen en su vida personal los empleados los pueden resolver de forma más sencilla y no se pasan el día en el trabajo dando vueltas a cómo solucionarlos. Y supone también un ahorro de dinero, sobre todo en desplazamientos o comidas si teletrabajamos un día en casa.
¿Y si repartimos el trabajo?
Se habla en los últimos meses, que la semana laboral de cuatro días ha llegado para quedarse. Como una solución para dar más flexibilidad al mercado laboral, aunque implique reducción de salarios. ¿No es mejor que un ERTE una jornada de cuatro días? Gana la empresa y los empleados tienen más estabilidad. Hay bajada de ingresos, pero no respecto a lo que supondría entrar en ERTE.
La flexibilidad sería la gran beneficiada
También podría ser un mecanismo para ajustar el trabajo en función de la temporada. Esas empresas que tienen picos importantes en determinados momentos del año tendrían la oportunidad de ampliar la jornada a 40 horas, o incluso a 45, si fuera necesario. Dejando para otros momentos del año solo cuatro días de trabajo.
Pero tampoco podemos descartar la necesidad de repartir mejor el trabajo en una era donde la Inteligencia Artificial, IA, o la robótica van a acabar con muchos puestos de trabajo. Una jornada de 32 horas implica que las plantillas de las empresas tienen que ser mayores necesariamente. Y esto se tiene que conciliar con que no suponga un aumento de los costes laborales para las empresas.
La interrogante que nos queda aquí son los autónomos, ¿quién querría trabajar por su cuenta sabiendo que por cuenta ajena solo se trabajan cuatros días? Ya de forma habitual acaban trabajando de media más de seis días a la semana y es algo que a medio y largo plazo no sería sostenible
¿Cómo afectaría a la economía?
En este sentido se tiene que revisar qué significaría para el sector del ocio, hostelería, turismo y restauración una jornada de cuatro días y su efecto en la economía. ¿Asumimos que el gasto sería similar a lo que ocurre en los puentes o al ser habitual se difuminaría su efecto puntual y se distribuiría de forma más uniforme?
Por último no hay que descartar que en determinados sectores con salarios muy bajos una jornada laboral de 4 días al final obligue a tener dos trabajos. No podemos despreciar que una parte de los trabajadores están dentro de la pobreza. Y el efecto contrario al que se quiere obtener, en lugar de tener más tiempo libre y un empleado más descansado, justo lo contrario.